ultramarina

Mimesita siempre tenía una cosa que decirme, y resultaba muy agradable esperar toda la tarde a que, a la noche, ya en la cama y a puntos de conciliar el suelo, acercase su cabeza a la mía y me lo susurrara al oido. Las cosas favorables, me enseñó Mimesita, rodean su existencia de grandes misterios acerca de sí mismas.

4 comentarios

  1. Desde que sale por las noches, y a mi edad, ya no puedo seguirla. Así que dormimos en camas separadas.

  2. pues nada. Porque te conté una mentirijilla. La verdad es que Mimesita se ha ido de veraneo a la costa y por eso sus surrurros me llegan con el viento, lejanos y apagados. Antes de irse anduvimos de compras, ya te contaré.

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