Habría que hablar, entre Mimesita y Cenicienta, de la lentitud con que se descomponen los cuerpos y cómo es que jamás terminan de desaparecer. Entre un cuerpo (Cenicienta) y un deseo, o mejor su deseo (Mimesita) hay la lenta descomposición del deseo para, finalmente, topar de bruces con el cuerpo…