ultramarina

Voy a contar cómo llegué yo a un lugar que me ha dado tanto placer e inspiración, el Jardín Botánico de Berlín (Botanischer Garten).140

Conservo varios libros de botánica, de flores y de jardines escritos en alemán, todos pertenecientes a mi abuelo, del tiempo que estudió y trabajó en el Jardín Botánico de Berlín. También han llegado a mis manos tres fotografías fechadas en 1.917 y firmadas por su hermano, que en esos momentos estudiaba fotografía en la misma ciudad. Se titulan «Leherzeit, Gross Wartenberg», 1917.Ede» (literalmente: Tiempo de aprender (…).

La fotografía más interesante muestra un grupo de estudiantes, entre los que se encuentra mi abuelo, que posan delante del gran invernadero tropical (Das Grobe Tropenhaus) un día de primavera.

Así que, hace unos años, me decidí a conocer el jardín. Aparentemente nada ha cambiado de la foto a excepción de los cipreses que están más altos y frondosos.

Mi descubrimiento llegó del museo, algo modesto, que se encuentra al final del jardín. Encontré unos pequeños dioramas hechos en los años 50 y 60 que representaban con todo detalle, diversos paisajes y hábitats naturales.

Las fotografías que se encuentran en este proyecto exploran y describen con «perfección fotográfica»estos paisajes fascinantes.

Encuentro que, al igual que la fotografía, los pequeños dioramas tratan de mostrar, desde un punto de vista, una  realidad que es mensurable. El territorio se reduce a escala y se encierra en una caja. No traduce, ni interpreta, ni recrea, sino que reproduce. Una característica que es particularmente intrínseca de la fotografía. Es falso y es real a la vez.

La fotografía refleja la realidad, pero no es la realidad. El diorama reproduce fielmente la realidad, pero tampoco es realidad. Entonces,  ¿Qué sentido tiene fotografiar un diorama? ¿Reproducir una reproducción de la realidad? suena platónico pero es justamente eso: Volver a recrearnos, diría más, a ilusionarnos, con la realidad misma. Devolverle su sentido inconmensurable y llegar a ella como llegamos a los lugares que exploramos.

Es para obtener esta posibilidad de ilusión que tan solo el punto de vista es capaz de dar sentido a la imagen. El punto de vista nos acerca los lugares del paisaje, nos permite adentrarnos en el espacio, rodearnos de vegetación, de montañas, de palmeras, de nubes y, de repente, volvemos a perder el sentido entre lo verdadero y lo falso.

Hay paisajes que pertenecen a la memoria por lo riguroso, por ejemplo el desierto o el océano, y no importa la ingenuidad con la que sean reproducidos, porque aquí la fotografía no tiene el sentido de documentación sino de recuerdo.

Entonces ¿Qué paisajes muestran las fotografías?

Un lago en los alrededores de Berlín, un bosque al sur de Florida, una plantación de algodón en una estado del sur de Estados Unidos, la sabana en Africa oriental, la selva tropical de Sumatra, una región pantanosa en Europa, la tundra en Eurasia, un paisaje del litoral, los acantilados del noroeste de Europa o una plantación de cacao en Camerún.

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Es posible que estos lugares existan en la medida en que alguien los mira, los reconoce. Desde luego la fotografía está para conservar eternamente los momentos en los que de verdad nos paramos a mirar.

ERIKA EDE, 2009. Texto de la exposición BOTANISCHER GARTEN en Imatra hasta 12/ 08

5 comentarios

  1. Vi los dioramas y tienen algo de verosímil y a la vez de fantásticos. Fantástico que deviene de la pura técnica del diorama, los planos parece que flotan, como en la visión a través de la cámara oscura. Hay más cosas, pero ese ser paraiso lejano convertido en miniatura accesible, a la manera de las bolas de cristal con paiasaje, que al agiarlas, parece que nieva, pues me resultó muy atrayente. Fascinan, que no es poco.

  2. Los jardines botánicos participan de ese deseo didáctico y a la vez espectacular, en que parte del proyecto ilustrado se embarcó en la popularización del saber del siglo XIX.
    Por esa parte, representaciones. De este modo los dioramas serían representaciones de las represenatciones y así querrían ser más reales que aquello que representan: pequeños teatros. Como ya no somos niños -ni niñas-, en las fotos de los dioramas vemos toda la tramoya, como el escenario de un teatro desde su perfil, pero eso no nos desanima, sólo nos enseña lo que todo eso tiene de artifico.

  3. El artista comienza allí donde en su idea surge una estructura propia e inconfundible de las imágenes, un sistema propio en relación con el mundo real, sistema que se deja luego expuesto al juicio del público.
    En esta muestra de Erika Ede se hacen patentes por partida doble estos presupuestos como viene siendo habitual en Imatra. El escaparate funciona también como un diorama donde las fotos en este caso, se convierten en los cuadros de una «casita» ejemplar. Más que realidades acotadas apreciamos la cosa como el sistema de integración en realidades complejas.

  4. Si el escaparate funciona como diaporama también, ¿eso convertiría a la actividad de Imatra en espectáculo?

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