Esta noche del tres de diciembre Mimesita no ha vuelto a casa a la hora de costumbre, ávida de vivre sa vie más allá del principio de placer, se atrevió a dar el paso (no) más allá y, luego un tanto aturdida se subió a un autobús que pasaba. Me dormí me dijo luego, en el asiento del autobús y dimos muchas vueltas. ¿tú sabías que el autobús va y viene muchas veces sin descanso?, me preguntó acto seguido.
Y entonces le expliqué el Paseo de la racionalidad pura
Partiendo -dije- de un número cualquiera de una calle escogida al azar (para el caso, la calle Fernando de los Ríos esquina con la calle Galileo), recorremos durante varios días cuantos paseos se puedan trazar desde dicho punto hasta alcanzar la Puerta del Sol, desde donde retornar a casa una vez nos hemos encontrado.
Paseo de la racionalidad pura. Previo conocimiento de la zona y de los efectos de la línea recta como distancia más corta entre dos puntos.
Asombrada me dejas, acertó a decir.
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Que la distancia más corta entre dos puntos no siempre es la línea recta, viene a confirmarlo el hecho de que la cultura no basta porque la vida misma la rebasa.
Y en la abundancia apasionada de vida, con momentos eficazmente resueltos, se mide una belleza inseparable de la duración.
Si no ha vuelto a casa quiere decir que ya se ha hecho mayor. Entonces tendrás el síndrome del nido vacío que, en relación a sus hijos queridos, en toda mujer anida.
Que triste, ¿no?
Los paseos por Madrid, irremediablemente son fantasmas (imágenes persistentes), no se recorren las calles en 2009, sino en 1990 y al final siempre se llega al mismo piso, cerca de Atocha y de Antón Martín.
Claro, porque en el sueño, los fantasmas, se reunifican con el dios y la diosa. Es lo que Cernuda en Ocnos califica de instante desmesurado. El único que puede arrebatarnos al Tiempo y llevarnos siempre al mismo lugar.
Gracias zanzara