El regreso de Ulises
En el último canto de la Odisea, Ulises debe probar su identidad. El perro, el fiel porquero, el ama que le da aliento, el propio hijo después de que Atenea se lo contara reconocieron al héroe que volvía. Que supiera tensar el arco de Ulises con el que mató a los pretendientes ayudó a reconocerlo. Sin embargo Penélope no creyó en su identidad, la hizo esperar demasiado tiempo.
¿Y qué termina convenciendo a Penélope tan acostumbrada a los engaños? Pues el carácter inamovible del lecho que Ulises construyó siendo aún joven, está tallado en un olivo, un arbol vivo y robusto y sostiene el palacio. La casa y el arbol sólo se pueden mover a la vez. Un bonito ejemplo de no separatismo.
7 comentarios
Al final va ser «el lecho» lo que une o desune. En este caso ese lecho debía de estar lleno de buenos recuerdos para Pe. Eso me lleva a aquello de: a la mujeres no hay que entenderlas si no……. Y yo añadiría y a los hombres
Si no, si no, si no…..Pues va a ser que sí.
¡Caramba! interesante hallazgo de reflexibilidad en el binario sujeto/objeto
¿Antes o después de confesarle lo suyo con Circe a la fiel Penélope?
Dado que soy hombre y hoy en día eso es sospechoso me permitiré con la boca pequeña contestar a Inframine: Yo creo que si lo hizo despues y apesar de ello le aceptó quiere decir que el recuerdo -del lecho, claro- debía de ser impresionante. Si lo hace antes no tiene tanto mérito
Algunos/as empeñan su palabra a algo y se mantienen fieles, sin oír cantos de sirenas, ni atajos, ni recompensas más exitosas y mundanas, ni circes y siempre vuelven a la misma casa, aunque ni siquiera los espere alguien tan excepcional como Penélope y sin embargo ahí se quedan, como si la misma Penélope los aguardara.
El del ejemplo que pones no tiene mérito. El mérito está ciertamente en ambos, Pé y Ulises, ya que tuvieron que pasar por diferentes pruebas y tentaciones y a pesar de ellas siguieron amándose. Igualito, igualito que las parejas de hoy en día:))