La pobre reina, tampoco en la casa de poe, tiene mucha presencia. Su carta, seguramente de asunto de amores como ya sugiere Dumas, no aparece por ninguna parte, y a la pobre, primero el rey, después el ministro D y, por último, el mismo Dupin, la tienen en sus manos, la reina es rea, prisionera de quien guarda su texto, no por amor sino por envidia.