Cada espacio arquitectónico, todo espacio habitable parte de una premisa: que el edificio se encuentre en un camino, en una encrucijada en la que sean posibles el salir y el retornar.
No hay edificio sin caminos que conduzcan a él o que arranquen de él, ni tampoco hay edificios sin recorridos interiores, sin pasillos, escaleras, corredores o puertas. Pero si el lenguaje no puede controlar la accesibilidad de esos trayectos, de esos trayectos que llegan a este edificio y que parten de él, únicamente significa que el lenguaje está implicado en esas estructuras.
El establecimiento de un lugar que hasta enconces no había existido y que está de acuerdo con lo que sucederá allí un día: eso es un lugar.
8 comentarios
El hombre tiene en su pobre corazón lugares que aún no existen y en los que entra el dolor a fin de que ellos sean.
Enhorabuena Pilar, un lugar para una promesa… lugares en los que reconocernos y en los que se puede habitar.
Creo que lo mismo podría aplicarse al alma. De ahí lo de un lugar en el alma. ¿No te parece?
Un lugar…. lugares, interesan, atraen hacia allí. Un lugar en el alma resulta un tanto cursi, lo siento.
Aventurando la hipótesis de que el alma es siempre la dialéctica entre el anhelo de lo divino y la desgarrada percepción de su imposibilidad, tal vez podríamos decir un no-lugar en el alma.
A zanzara: Cursi o no es en el alma donde se resuelven los problemas, así que mejor dale un sitio en ella. Pregúntale a Bert Hellinger el creador de las constelaciones
No hay solución porque no hay ningún problema
La elección del lugar determina la forma de la acción. La trascendencia estriba en la capacidad de transformación en acción continuada. La acción debe seguir al reconocimiento.