ultramarina

zorrozaureDe la casa y lo doméstico, tan integrados ambos en nuestra propia identidad personal, a la ciudad que nos permite estructurar rememorar y comprender el flujo informe de la realidad, la misión intemporal de la arquitectura es la de crear metáforas de existencia corpórea que concreten y estructuren la presencia del hombre en el mundo.  La materialización de la arquitectura nos sitúa en el continuum de la cultura. Toda experiencia de mundo implica clasificación, memorización y comparación para poder entender la ciudad  como  metáfora cambiante,  siempre mostrando en la consciencia de su precariedad la posibilidad de una interpretación   que desde el ejercicio del poder  privilegia unos relatos sobre otros.  Desde la experiencia subjetiva a circunstancias histórico-políticas más complejas,  la memoria desempeña un papel esencial como base para la rememoración de un espacio, por esa razón en las experiencias arquitéctonicas memorables, el espacio, la materia y el tiempo se funden en una única dimensión.

2 comentarios

  1. ¿Leistéis el artículo de John Berger en El País? Se parece a una pequeña narración también de J. Berger: «Dibujar un hombre». Es bonito de leer.

  2. Si, como ya dijera Nietzsche «no hay mundo si no hay espejo» es un sinsentido, tal vez por ello nuestras relaciones, por más exactas que sean, no son más que meras descipciones del hombre, no del mundo, una posición humana respecto de las cosas, en lo que se expresa de una cosa desconocida, de algo de esto trata también la última muestra de Kosuth «Dos Tipos de Mapas»

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