Escribe, pinta, expone y recibe la gorda gruesa lengua inextricable.
Ases y Dones, dores y doses, cristos y amigos, Uno como yo en bares como mí, tramando, tratando, trabando la mengua, destrabajando… el Señor en su casa, como en la mía, como si mía fuese, como si fuera casa, manchándome las telas, empezándome los cuadros y adjudicándome su autoría, alumbrando de pena el barro en el tropiezo… haciéndome querer creer ver pliegue sobre pliegue en cada letra, el infierno de lo pintable desagüando en el invierno de lo fotografiado, cayéndome la producción, bebiéndose y fumándose dinero, dejándome creer tal disparate, haciéndome creer ver tal desastre como desastre, forzándome a no querer tal desatino, tan total, que perfectamente podría suponer una suerte, quizás la que me está pidiendo, quizás la que quizás.
7 comentarios
Me han venido a visitar mis antepasados.
No tengo, con ellos, en común
más que la palabra conservada en los pliegues de la palabra.
Edmond.Jabès
La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza.
Para trabajar basta estar convencido de una cosa: que trabajar es menos aburrido que divertirse.
Ch. Baudelaire
Lo que propone Baudelaire es auto engañarse. Y eso es un craso error. Es mejor ser realista y afrontarlo como lo que es.
O sea Jorge, que te apuntas a la constelación Bartleby:
«Preferiría no hacerlo»
o de Duchamp que dejó escrito en su epitafio:
«Por lo demás, siempre son los demás los que trabajan»
Gracias, Imatra. Es posible.
Si «trabajar es menos aburrido que divertirse» implica que divertirse es aburrido y ello es una contradicción en si misma -también sería aburrido trabajar, pero menos, según él-. Trabajar no dejar de ser una abstracción ergo la pregunta sería ¿en que trabaja usted?. Si trabajar es aburrido mejor afrontarlo como tal; es decir asumir que es aburrido y a partir de ahí buscar soluciones y si no las hay aplicar aquello de: cuando la violación es inevitable…..
1º Vd.Trabaja duro, ¡oiga!
2º El talento implica algo de reponsabilidad.
Respecto a la última línea, decirle, que la destrucción del espacio simbólico no tiene lugar en ninguna parte, por favor, no frivolice.
Los cantos de Maldoror han cambiado e influido en la vida de muchas personas incluída la mía.
¡Viva el conde de Lautreamont!