Me entusiasma la tristeza de Walter Benjamin en las fotografías. No son fotos tristes, él es triste. Parece como si, de repente, descubriera que le han descubierto y ello le asustara, le entristeciera terriblemente. Algo que sólo sucederá mucho después, en Pot Bou, pero que está presente en todas y cada una de las fotografías que conozco de Benjamin, o el militante de sí mismo. Nadie que amase la errancia tanto como él, erró menos. Bendita polisemia tras los números de las casas. Habrá que esperar hasta George Perec.