ultramarina

¿Te pasabas el día leyendo?

No. Me gustaba más que mi madre me contara películas. Me gustaba leer en la cama, por las noches, y en las horas de la siesta, en verano, cuando teníamos que estar callados. Leía sobre todo novelas: de aventureros, viajeros, piratas, detectives y monstruos. Siempre me ha gustado mezclar unos libros con otros. Me gustó mucho El jorobado, de Paul Fèval:  fué un descubrimiento. Me lo regaló mi amigo Mariano Hernández.  Justo Navarro. Oppi. Planeta. Booket. Barcelona 1998.

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3 comentarios

  1. Crear y creer, descreer y destruir son operaciones en las que el laberinto acaba conviertiéndose en destino. Ese arte como laberinto que ha producido miradas de laberintos como arte, imaginados como arte, realizados como arte. Felicidades.

  2. Ya me gustaría a mí que -a la edad que tengo- alguien me contara un cuento y en la cama (no seas mal pensado/a). Eso sería un signo inequívoco de que el que me lo cuenta me adora. Y, también por mi parte.

  3. De niño, leía el diario La Gaceta del Norte en el suelo de la cocina, las hojas eran tan grandes que casi tapaban media cocina. Castigado sin salir por mal estudiante, en vez de estudiar leía (con 15 años «Los miserables» en un fin de semana). Por ahorrarme el costo del libro y para un éxamen, con el ejemplar que me dejó Luisma Cortés, «La Regenta» en una tarde, era el año 1982. Mientras tanto en la televisión Camerún y Perú empataban el partido.

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