El nombre que nos hace vanidosos o desdichados es la marca de nuestra pertenencia a aquello que carece de nombre, aquello de donde nada emerge: la inscripción que se borra sobre una tumba ausente.
Todo conocimiento es representativo. Tomar conocimiento de una realidad consiste en elaborar una representación de ella, de modo que lo realmente aprehendido en el conocimiento no es la cosa en sí misma, sino la representación de la cosa que hemos elaborado.